Hay (temporalmente) un bicho en mi pecho
El pasado 19 de junio de 2023 mi vida se paró.
Me ha costado tiempo procesar la noticia y recomponer los pedazos de mi vida que quedaron tirados en el suelo.
Ahora que mi cabeza ha hecho un click y ha cambiado de perspectiva, me siento con fuerzas de escribir y contar lo que he ido viviendo desde entonces.
Es aún pronto, pero tal vez ayude a otras maravillosas mujeres que se encuentren en esta misma situación.
La fase de incertidumbre
Hay un antes y un después cuando te comunican que tienes un cáncer de pecho, pero yo diría que hay una fase intermedia, llena de incertidumbre, que comienza con todas las pruebas que te hacen en el hospital y el tiempo que transcurre hasta que te confirman el resultado.
En mi caso fueron días muy tensos, en los que apenas podía dormir, porque mi mente viajaba a la velocidad de la luz y no me dejaba tranquila. Había mucha incertidumbre, aunque una parte de mi ya anticipaba lo que me iban a decir.
En las pruebas podía ver las caras de las doctoras y de las técnicas que me atendieron. Ninguna podía confirmar nada sin tener los resultados finales, pero sus caras eran como libros abiertos para mi.
En estos días de tensión intenté hacer algunos ejercicios de meditación. Yo solo pedía al cielo que me llegara un mensaje que pudiera tranquilizarme un poco.
Unas palabras resonaron entonces en mi mente: “No tengas miedo, no tengas miedo”.
Pero el miedo es libre y viaja rápido.
La confirmación de la noticia de un cáncer de mama y el tratamiento
Internamente, me fui preparando para la noticia. El día 19 en la visita con ginecología, me confirmaron la peor noticia de mi vida. Tenía un tumor maligno en mi pecho derecho. Recuerdo que fui a esta visita con mi madre. Ambas estábamos en estado de shock y mil cosas se pasaron por mi cabeza.
Mi vida se había parado por completo. Lo primero que pregunté es si tenía esperanza de sobrevivir. La doctora entonces, dentro de esta terrible noticia, con gran firmeza que aseguró dos o tres veces, que el tratamiento que me iban a proporcionar era curativo.
Curativo, curativo, curativo.
Eso me tranquilizó algo, pero mi cabeza ya estaba maquinando de todo y todo era malo y pesimista.
La doctora me explicó el proceso que habría que seguir a partir de ahora, realizar una resonancia y visita con oncología para realizar el tratamiento de quimioterapia y posteriormente una cirugía. Me aclaró que en la cirugía si necesitase reconstrucción, se haría en el mismo día, por lo que saldría con mi pecho completo.
No obstante, me adelantó que me preparase, porque iba a tener un año muy duro.
Dimos las gracias y salimos de la consulta con las lágrimas saltándose de nuestros ojos. Mi madre y yo nos abrazamos y nos marchamos para casa.
Asimilar la noticia de un cáncer de mama
A partir de aquí, todo fue un infierno para mi. Siempre he sido una persona muy positiva y optimista, pero esto era aterrador. Por un lado intentaba anclarme a las palabras que la ginecóloga me dijo “tratamiento curativo, tratamiento curativo”, pero por otro lado, el miedo estaba campando a sus anchas por mi mente y ésta me proyectaba escenarios destructivos y caóticos. No podía controlarla, estaba desbordada. Solamente quería desaparecer.
Después vino una resonancia y posteriormente la visita con la oncóloga que me explicó ya más en detalle lo que tenía y hasta dónde alcanzaba. Yo no podía dejar de llorar en la consulta. Me encontraba muy rota. Pero, dentro de lo malo, había también cosas muy positivas (banderas blancas), en el diagnóstico en cuanto al alcance del tumor y a esto era a lo que tenía que anclarme para poder seguir.
La oncóloga me explicó el tratamiento que me iban a aplicar y el día 3 de julio me hicieron un TAC y un electrocardiograma y posteriormente empezó mi primer ciclo de quimioterapia de cuatro totales en una primera fase, con intervalos de 21 días entre ciclo y ciclo.
El objetivo principal es reducir el tamaño del bicho que (temporalmente) se ha alojado en mi pecho.
La libélula, la transformación y el renacimiento
El 28 de junio estaba regando en mi jardín, cuando de la nada apareció una libélula entre mis helechos.
Nunca había visto libélulas en mi jardín. Ha habido muchas mariposas, mariquitas, lagartijas, saltamontes, caracoles,… pero nunca una libélula, por lo que me quedé momentáneamente parada.
La libélula hizo un vuelo corto y volvió a posarse de nuevo en el helecho, justo delante de mi. Le pedí permiso para hacerle una foto y rápidamente saqué el móvil y pude hacerle varias fotos antes de que despegara y se alejara.

Busqué en internet qué significa ver libélulas y me quedé sorprendida de lo que encontré.
Las libélulas representan la transformación y el renacimiento. De igual forma se consideran totems de ligereza mental.
Yo lo interpreté como otro mensaje que podía aplicarme.
Mi vida estaba transformándose y tenía que renacer. Y la ligereza mental era también un requisito que necesitaba implementarme. Siempre he sido una persona que le da demasiadas vueltas a las cosas, rumio y rumio los pensamientos, lo que dice la gente, lo que me afecta enormemente. Algo aquí me estaba diciendo que necesariamente tenía que empezar a hacer ajustes en mi forma de procesar y gestionar mis pensamientos.
Me sentí muy feliz de haber recibido este mensaje tan potente y esclarecedor y supe que mi primera ilustración para retratar este proceso iba a contener una libélula.
He hecho esta ilustración para representar la transformación y el renacimiento simbolizados por una libélula.
La he hecho con Adobe Illustrator y es por tanto una ilustración vectorial. He creado varias versiones de color, con colores rosáceos en todas ellas, ya que el rosa es el color por definición del lazo del cáncer de mama.




La red invisible de apoyo y amor
Me gustaría destacar y ahondar mucho más en lo que más me ha ayudado en estos primeros pasos.
Hay una red invisible de apoyo y amor que te envuelve desde el principio. Esta red está formada por las personas que te quieren, pero también por personas que la vida te va a ir presentando en este proceso y que de forma directa o indirecta están también vinculadas con el cáncer de mama, bien porque lo hayan vivido personalmente o bien porque trabajan con personas que lo están viviendo.
Familia
Mi familia, especialmente mis padres y mi hermano son mi apoyo más directo y en los que he descargado mucho peso. Su amor incondicional, cariño, soporte y constantes cuidados son los elementos que más fuerza me están dando.
Amigas y amigos
En mi caso, tuve amigas de primera mano que ya habían pasado por este proceso y que desde el principio me apoyaron, escucharon, dieron ánimos y palabras de consuelo, porque no dudaron ni una sola vez de que esto no se vaya a curar.
Una de ellas también fue la primera que al comentarle que tenía un bulto en el pecho, me obligó a ir al hospital, de urgencias, para que me lo vieran ya. Yo estaba esperando la cita, pero no había llegado todavía. Mi amiga me insistió en que no esperara ni un día más y que tomara acción presentándome en urgencias. Gracias, gracias, gracias, por darme ese empujón que yo no sabía que necesitaba.
Tener amigas positivas en las que poder descargar parte de esta carga es muy importante, porque ellas te van a dar ánimos cuando tú no los tienes, cuando estás más frágil, cuando eres muy pequeña. Ánimo y muchísimo cariño del bueno.
A sus palabras me agarraba en mis momentos de más dudas y fragilidad.
Creo que lo que más necesitaba al inicio, era la confirmación de que habría una salida en este pozo negro en el que mi mente se metió y ellas en parte me lo dieron.
Me emociono y se me saltan las lágrimas ahora al recordarlo.
Gracias, gracias, gracias.
Otras amigas (que afortunadamente no han pasado por esto), también me vieron llorar, llorar mucho, habiendo tocado fondo y me consolaron con infinidad de amor, cariño y paciencia.
Me sentía muy afortunada de poder llamarlas cuando tenía mis bajones emocionales y que ellas me animaran.
Gracias, gracias, gracias.
Cuando ya se fue conociendo mi nueva situación, la cantidad de mensajes y llamadas para dar cariño y ofrecer apoyo fueron enormes. No tengo palabras para agradecer tantas muestras de cariño.
Ángeles terrestres

Pero luego la vida también te va presentando otros ángeles terrestres que aparecen en el mismo momento en que los necesitas.
El día 3 de julio, cuando me hicieron el TAC a primera hora de la mañana y antes de que empezara mi primer ciclo de quimioterapia, una de las técnicas me cogió de la mano al terminar la prueba y se interesó por mi condición.
Cuando le expliqué lo que me pasaba, me puse a llorar. Estaba muy nerviosa y también tenía mucho miedo. Mi ángel terrestre me dijo que ella también había pasado por lo mismo hacía cinco años. Me explicó su caso que a priori era más difícil que el mío. Y allí estaba ella ahora, cinco años después y ayudándome a mi. Me dio un abrazo enorme y me dijo que todo iba a ir bien. Me recomendó hacer ejercicio, que es super importante en estos procesos y yo ya noté cómo mi ansiedad se había reducido y había conseguido tranquilizarme enormemente.
Salí para la siguiente prueba, un electrocardiograma y después de desayunar, me dirigí a la zona del hospital para que me pusieran el primer ciclo de quimioterapia o como me gusta llamarlo, veneno curativo.
La gestión del control en un proceso de cáncer de mama
En este proceso hay un punto importante de inflexión que te hace aterrizar y darte cuenta de que no puedes tener todo bajo control. Es una lección muy importante que hay que interiorizar.
La mente quiere siempre tener control sobre todo y en casos así, necesariamente descubres que hay cosas que se te escapan y que no pasa nada, porque no tenemos superpoderes, somos solamente seres humanos.
Mentalmente hice un pequeño ejercicio en el que dibujé una lista con las cosas que sí estaban en mi mano controlar y las que no.
Las que no lo estaban, básicamente se limitaban al proceso y curación de la enfermedad, por lo que hice descargar esa responsabilidad en los que únicamente pueden controlarla, que son los médicos.
Sentí un alivio inmediato al liberarme de esa responsabilidad y me centré en lo que sí está en mi mano y puedo controlar: alimentación, meditación, descansar, hacer algo de ejercicio y quererme mucho.
Hubo también otra cosa que sí estaba en mi mano controlar.
Sabía que el pelo se me iba a caer con la quimioterapia.
Mi pelo siempre ha sido mi seña de identidad y me asustaba la idea de perderlo, pero también supe que era algo inevitable.
A los pocos días del primer ciclo de quimioterapia, tomé el control de la situación y le pedí a mi hermano que me lo cortara. Me hice una trenza y me cortó el pelo, primero por encima de los hombros, en un tipo “bob” muy cortito. Siempre he llevado el pelo muy largo, pero me gustó de hecho cómo me quedaba.
Pasados unos días, le pedí que me rapara esta vez muy cortito. Un estilo de corte de pelo militar que también me gustó, aunque me veía un poco rara al principio.
Finalmente, una semana más tarde, le volví a pedir que me cortara, pero esta vez del todo. Ya empezaba a notar ligeras caídas y no quería darle a la quimioterapia el poder de dejarme sin pelo. Yo y solo yo había decidido cuándo quitarme mi pelo. En parte, me sentí empoderada.
Ya me había comprado algun pañuelo y empecé a llevarlos a diario.
A partir de aquí, todo fue mucho más amable y suave y empecé a verlo todo con otros ojos. Ésta era mi nueva vida y me quería mucho, más que nunca.

Mis aliados de herbolario
Soy muy creyente de la ayuda que me podrían proporcionar remedios naturales y de herbolario.
Desde el principio, mi naturópata me recomendó algunos productos que iban a mejorar mi sistema inmunológico. Aparte, también en el herbolario, me dejé aconsejar y actualmente considero a éstos mis super aliados:
- Reishi Neo – favorece y fortalece el sistema inmunológico y tiene muchas propiedades anticancerígenas
- Zumo de Noni – exactamente igual al anterior.
- Cúrcuma con pimienta negra en cápsulas – favorece los procesos digestivos y es un potente antiinflamatorio natural.
Meditación y autosanación
Aparte de estos productos, también he empezado a practicar técnicas de Jin Shin Jyutsu.
Éste es un arte o técnica japonesa de autosanación para armonizar tu cuerpo y mente. Desde prácticamente el principio de mi diagnóstico he estado practicando alguno de los ejercicios y he visto una mejoría considerable, tanto a nivel físico como mental. Mi cabeza poco a poco se fue centrando y saliendo de ese pozo negro en el que estuvo durante unas dos semanas.
Es muy muy muy recomendable hacerlos a diario. Profundizando más y leyendo sobre esta técnica o arte en internet, pude conocer que se utiliza en algunos hospitales americanos como ayuda posterior a los procesos oncológicos y está demostrado que los pacientes mejoran, ya que los efectos negativos de la quimioterapia y de la radioterapia prácticamente se neutralizan, a excepción de la fatiga.
Me pareció tan interesante que decidí ir a una consulta presencial en Madrid con con un maestro de Jin Shin Jyutsu y me está ayudando muchísimo. ¡Gracias Óscar!
Os dejo su página web, por si os puede servir: https://jsjparati.com
Practico a diario varios ejercicios, de armonización general, así como para trabajar específicos puntos, como pueden ser mejorar el sistema inmunológico (“Flujo 13”) o pequeños circuitos para ayudar a eliminar toxicidad del cuerpo o evitar que se formen úlceras en la boca.
Ejercicio
Dentro de las cosas que sí puedo controlar en este proceso, se encuentra el hacer algo de ejercicio.
Todos los días salgo a pasear durante una hora, cuando ya no hace calor. Pasear me trae mucha paz y aprovecho las caminatas para organizar mis pensamientos.
Voy al ritmo que me marca mi cuerpo y mi energía en ese día, nunca me fuerzo a más de lo que puedo hacer. Escuchar a mi cuerpo es lo mejor que puedo hacer.
Me gusta hacer fotos en mis paseos y reflejar la paz que me ofrecen, como los preciosos atardeceres de este verano.
¡Gracias por leer hasta aquí!. En nuevas entradas iré contando más de este proceso personal.
Hasta pronto
Beatriz
